La nueva pobreza (1988 / 1989)

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  • La nova pobresa, Col. Llibres a l'Abast n°240, Edicions 62, 1988, 253 pp. Traducción: Jaume Aubareda
  • La nueva pobreza, Col. Tribuna de Plaza & Janés, Plaza & Janés, 1989, 318 p.

 

En A cuestas con mis personajes (1975), un capítulo se titula «Los hijos del hambre», título que el escritor justifica de esta manera:

"Éste es el título de un libro que quizá no escribiré nunca. Lo tengo en cartera y es el que hace tres o cuatro de la lista de los que tengo en proyecto. Sería un ensayo sobre la pobreza. A este efecto ando recogiendo material: datos y testimonios."

Solo hasta 1987 quedaría terminado este «reportaje» que exigió mucha paciencia y mucho tiempo. En una ocasión, Francisco Candel lo presentó como un «estudio o una exposición de la miseria y pobreza en España». 

La contraportada de la edición en catalán aporta alguna aclaración sobre su elaboración:
«Aquest nou llibre de Candel va sorgir d'un seminari sobre el deteriorament de la qualitat de vida entre les classes treballadores arran de la crisi econòmica, organitzat pel Patronat d'Investigació Social. L'autor comenta fent una mic d'història des de l'època del racionament fins a la societat de consum, contemplant la Catalunya pobra tant a les zones rurals com a les zones urbanes. Dedica una atenció especial a la crisi econòmica dels anys setanta i les seves terribles seqüeles socials (atur, marginació, etc.). La segona part del llibre és un testimoniatge viu i punyent de la "ruta de la fam", amb referències dramàtiques a la beneficència pública (l'Església, dels municipis, etc.). En resum, La nova pobresa és un autèntic llibre-denúncia que aporta nombrosos elements per a una reflexió col·lectiva sobre un problema que tots plegats, autoritats i ciutadans, hem de veure con un dels que reclamen una més urgent intervenció, si desitgem que la societat catalana progressi d'una manera solidària i efectiva. Es tracta, en definitiva, d'un gran repte, que hipoteca el futur de Catalunya com a comunitat.»

Y la editorial Edicions 62 precisa:
«La trayectoria de un escritor como Francisco Candel es inabarcable por mucho que en apariencia pueda reducirse a aquello del "escritor de los pobres". Cosa, que por otro lado, y tratándose de esta obra en particular, es tan consecuente y digno como que muchos de sus caminos lleven al mismo núcleo o a un lado del círculo. Así es un escritor completo o un hombre luchador como él.
Que en plena democracia, ya no tan absortos en la transición y expelidos desde una dictadura nefasta, se nos plantease un libro que removiese los cimientos de la cuestión de la pobreza como novedosa, considero que fue un punto de partida, y ahora una guía necesaria para entender que sólo esta lacra, envuelta en difusos y vaporosos velos, es la que debe hacernos partícipes del eterno problema, parando tanta idea de progreso, técnica y modernidad, e implicándonos ya de una vez.»

Recepción:

“ A la gente le molesta la pobreza”
Marius Carol, La Vanguardia, 9 de diciembre de 1988


El ex senador Francisco Candel decidió un buen día bucear por las cavernas de la pobreza de la Barcelona olímpica. Francisco Candel recorrió lo que él denomina ‘bruta del hambre” y el resultado ha sido un libro, “La nova pobresa”, una denuncia escrita con su ternura habitual. en la que huye de toda demagogia. Las propias conclusiones del autor están inundadas de sinceridad: la pobreza es inagotable, la limosna es necesaria y la respuesta de las instituciones es tímida e insuficiente. En Barcelona puede haber actualmente más de ochocientos mendigos, pero seguramente hay más de trescientos cincuenta mil casos de pobreza.
Después de recorrer comedores y albergues benéficos, después de conocer situaciones límite de la mano de dos asistentas sociales de Cáritas, puede decirse que “a Barcelona hi ha gana”?
—Al menos cuando yo hacía el libro sí, no creo que desde entones haya cambiado mucho la situación. Lo que pasa es que empieza a haber una sensación de que las cosas “se están arreglando”. El Gobierno dice que se recupera la economía y se piensa que ello repercute en los sectores menos favorecidos, pero a menudo se olvidan de decir que la economía se está recuperando para algunos que ganan más, pero para otros, entre los que me incluyo yo. no. Todavía hay personas que pasan hambre. Todavía vemos gente que va a un contenedor a buscar un bocadillo, pero también es una forma de pobreza la del aquel que le das pan y no lo quiere, porque no sólo de pan vive el hombre. Es lícito tomar el “carajillo” o alguna cosilla más que pan. Existe gente falta de las más elementales necesidades, pero, además, hay otra que está en el umbral de la pobreza, que disponiendo de un hogar con electrodomésticos están pasándolas canutas, porque no hay trabajo en casa.
—En su libro calcula que en Barcelona puede haber 800 mendigos, pero más de 350.000 pobres. Los primeros piden caridad por la calle, pero los otros tienen problemas para subsistir dignamente.
—Los cálculos son difíciles de hacer. La Guardia Urbana rebaja siempre las cifras de la gente que pide por la calle. Se ha llegado a afirmar que sólo hay 200 mendigos La concejala Francesca Masgoret habló de 500, cuando casi ya los cuento yo en mi barrio. Los 800 que doy en el libro son un cálculo por lo alto a partir de las cifras oficiales. Ya sé que hay quien dice que algunas personas han hecho un negocio de la mendicidad y yo pienso, pues, ¡caray qué negocio!. Me resulta un negocio un poco chungo”. Se ha dicho que en Cataluña hay un millón de personas en el umbral de la pobreza, entendiendo como pobre todo aquel que cobra la mitad de la renta “per capita”, que ahora sería algo más de 20.000 al mes. Esta cifra del millón la ha dado la propia Generalitat y el ex ministro Ernest Lluch, como era cifra de la Generalitat, la encontró baja en el curso de un debate. Curiosamente el propio Lluch consideró exagerada la cifra de ocho millones de pobres en España que daba Cáritas. Siempre pasa lo mismo, según quien haga la encuesta las cifras suben o bajan.
El mendigo como marginado
—¿El mendigo suele ser un marginado un individuo que se ha dejado ir y que el sistema difícilmente puede volver a integrar?
—Sí. Es un individuo que se ha dejado ir y que no volverá a integrarse ni que le toque la lotería, porque no sabría cómo hacerlo. Hay gente a la que al morir se le ha encontrado entre sus harapos una cartilla con un millón de pesetas. Hay quien guarda para cuando llegue la necesidad  y, mientras, se lo devora. La pinta, el vestido... ya no se recupera. Hay quien llega a extremos muy bestias. Este individuo que lo ves durmiendo en un banco de la calle o en un quicio de un portal. Tú le puede dar mil pesetas. pero sí en el bar no le dejan entrar porque está reservado el derecho de admisión y los clientes se le quejan al dueño, ya me dirá donde se toma el café con leche esta persona. Yo he visto un mendigo enseñando en la mano el dinero al camarero y no le ha servido. En una ocasión le pedía un mendigo el cortado y se lo di en la calle. Cuando le devolví el vaso al propietario, advirtió a sus clientes que lo iba a lavar con lejía.
—¿No es cierto que a la ciudadanía le molestan los mendigos por el hecho de convertirse en la mala conciencia colectiva?
—Sin duda, a la gente le molesta la pobreza y yo sé que mi libro no es una obra simpática. Ni a los mismos editores les debió de hacer mucha gracia mi propuesta. El pobre es el invitado incómodo que se presenta cuando menos uno lo espera. Ya sé que disgusta e incluso evito algunas conversaciones sobre el asunto, porque la gente te pone mala cara.
El comedor de Canuda
—En su libro dice que lo que más le impresionó fue el comedor benéfico de la calle Canuda.
Este comedor lo ha asumido ahora la Generalitat, antes sólo lo subvencionaba, pues era de la OCPD. La clientela sigue siendo la misma, allí están los más lumpeo. Unos personajes que recuerdan a los de “Los Miserables” de Víctor Hugo y que impresionan, ¡caray, si impresionan! Gente que come fuerte, pensando que difícilmente cenarán. Los más precavidos se llevan algún mendrugo con un trozo de tortilla para lo noche.
—Dentro de este submundo marginal, ha encontrado algún individuo con especial carisma?
—El más pintoresco que he conocido es uno de Madrid, El Serafín. Cuando Victoria Prego hizo un debate sobre la pobreza, al que fui, él fue uno de los invitados. El Serafín es conocido como el rey de los semáforos y es un intelectual de los mendigos. Tiene, incluso, cierta elegancia. Para ir a televisión se puso un pantalón de terciopelo de color verde oliva y unos zapatos de suela de goma de un tono parecido. El hombre tiene su perspicacia y su filosofía. Es de La Coruña, ha reñido con la familia y no quiere saber nada de ellos. Este hombre duerme en la boca del metro y cuando tiene algún dinero se acuesta en una vetusta pensión. Es un Diógenes de la pobreza. Pero es difícil encontrar un mendigo de estas características, la mayoría son gente reservada a los que es muy difícil sacar una historia. Muchos de ellos perdieron el horizonte el día en que se quedaron sin trabajo. A veces les he explicado que una persona un tanto despierta tiene cubiertas sus necesidades elementales en Barcelona, desde el dormir al cómer, y entonces te miran con desconfianza pensando que les preparas una encerrona. Hay gente que no traspasa un perímetro de dos o tres calles. En mi barrio, en la Zona Franca, existe uno que ni siquiera pide limosnas, quien le quiere dar, le da.
—En su libro se pronuncia cIaramente a favor de la limosna?
—Entiendo que la limosna es la drogodependencia, pero me declaro a favor. Pides limosna y consigues dos o tres mil pesetas —algunos cinco mil—, y ya has montado tu pequeño negociete. Las propias entidades benéficas no suelen dar dinero. Pero, entonces, el mendigo está supeditado a la ropa que le dan, a la comida que le ofrecen. ¿Y la cana al aire qué, y el “carajillo” y las pequeñas necesidades?

> Hemeroteca de la Vanguardia, artículo del 9/12/1988 y  PDF