Los otros catalanes veinte años (1985 /1986)

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  • en catalán: 1985, Edicions 62, col. «Llibres a l'abast», Barcelona,281 p.
  • en español: 1986, Plaza & Janés, col. «Hombre y Sociedad», Barcelona, 254 p.

Tras el éxito de Els altres catalans (1964) y en una menor medida, de Encara més sobre els altres catalans (1973), Francisco Candel examina la evolución de la situación de los catalanes venidos de otras regiones españolas. En este tercer volumen del ciclo sobre los «otros catalanes», el escritor se centra sobre todo en el periodo de la Transición democrática (las autonomías, el nuevo estatus de la lengua catalana) y recuerda su postura de búsqueda incansable de integración y cohesión social. Y como es habitual en su literatura documental, Francisco Candel explica su metodología:

 De momento he releído Els altres catalans, Algo más sobre los otros catalanes (versión completa), Inmigrantes y trabajadores, trabajillos inéditos... Quiero repasar mis apuntes diarios de todos estos años. Repasaré y aprovecharé artículos... De la mano de mí mismo, qué renovadas sensaciones! Vayamos, pues, con lo observado, con lo anormal de entonces, hoy anormalizado... » (1986: 27)

Incipit de Los otros catalanes veinte años después:

Si me detengo a pensar, deduzco que mi ejemplo, respecto al fenómeno de la inmigración en Catalunya, no es típico, sino particular, muy particular, pero puestos a seguir pensando, imagino que todos los casos de todos los inmigrantes en particular son también muy particulares, aun cuando luego, metidos en harina, puedan conformarse grupos, actitudes, modos, acciones, corrientes, idiosincrasias, todo eso que los antropólogos, sociólogos e historiadores empaquetan tan correctamente.

Catalanidad

Yo, además, con la escritura, publicación y actitud respecto al tema de los otros catalanes, acababa de encontrar mi catalanidad y la razón de ser de esta catalanidad definitivamente (1985: 22)

 

Recepción

1) Aparece el tercer libro del escritor sobre “els altres catalans”

Jaume V. Aroca, La Vanguardia, 24 de diciembre de 1985

Francisco Candel: “Esta obra mantiene el espíritu de evitar una ruptura entre las dos comunidades Francesc Candel publica “Els , altres catalans vint anys després” en el que reúne sus reflexiones sobre los hechos más relevantes acontecidos a lo largo de los dos decenios que nos separan de la aparición de aquel primer libroque acuñó para siempre las palabras “els altres catalans”. Veinte años de cambios sustanciales.
Sant Adriá. (De nuestro corresponsal) — “El problema de la integración de los inmigrantes aún me preocupa porque aún hoy sigo encontrando a gente que trata de imponer en lugar de compaginar”, asegura Francisco Candel, que publica en Edicions 62 su tercer libro sobre “els altres catalans”, “Els altres catalans vint anys despres”.
Unos veinte años, en los que Cataluña ha vivido cambios sustanciales, desde una profunda transformación en el plano económico hasta la consecución en lo político de unas aspiraciones que en 1964, cuando apareció “Els altres catalans”, parecían inalcanzables.

“No se sienten las mismas ilusiones”
El tiempo transcurrido sirve a Candel para revisar algunas ideas que entonces defendió y que a pesar de que “ya no se tienen las mismas ilusiones ni la misma fe en las mismas cosas de antes”, hoy sigue defendiendo de forma diferente.  Francesc Candel opina que “no podían ir peor las cosas en este país con la democracia” cuando, al hilo de nuestra conversación, le recuerdo las últimas palabras de su primer libro, que decían: “Bé podria ésser, comento ara amb un bon amic, que en el curs de les generacions venideres—potser en caldran més— la catalanitat passés a mans d’aquests altres catalans. Aquets altres catalans ben polits ja exteriorment, alletats com hem dit abans pel país, es veuran cridats a una curiosa tasca, la revaloració de la novíssima Catalunya”.
Candel responde diciendo: “Sobre el trozo final del libro lo único que puedo decir es que ser profeta siempre es un riesgo y que pienso que también se debe entender mi postura de entonces cuando lo único que intentaba era decir a los catalanes que había que admitir a toda aquella gente que llegaba a Cataluña.
“Pero también creo que, si estas palabras quizás no se han cumplido, es porque tampoco no se ha cumplido todo lo demás. También el emigrante, que votó la autonomía, puede decir que tampoco nosotros dijimos la verdad en la campaña por el Estatut cuando asegurábamos que aquello iba a ser la solución de todo.
Valores positivos mal entendidos.
“Cuando llegó la transición y el acceso al poder de los partidos políticos todos vendieron en Cataluña el mismo mensaje: ‘L’Estatut, la nacionalitat, la llibertat i la democrácia’. Todos eran valores positivos que se entregaron a la gente y que la gente, como era algo tan abstracto entendió que esto era la solución de todos sus problemas. Y sin embargo, desde que hay autonomía en Cataluña sólo se explica que no hay dinero, que no hay traspasos, que hay deudas. Claro, si me preguntas qué ha cambiado en Cataluña respecto al emigrante, sólo te puedo decir que ha cambiado el sentimiento positivo que hasta ahora se tenía sobre todo lo relacionado con Cataluña. Para una gente que sigue unos esquemas muy simples la pregunta que se hacen es: ¿De qué ha servido todo este proceso si yo ando peor, si ni tengo trabajo? Pero bueno, esto no les hace ponerse nunca en contra de Cataluña, porque está claro que esto tampoco tendría demasiado sentido hoy.”

Voluntad de integrar
P.: — Entonces, entramos en la discusión de si el problema de la integración, si es que existe, es más un problema de justicia social, de marginación, de endemia cultural que de un conocimiento de una lengua o de integración a una cultura.
R.: —Sí, de acuerdo, pero también hay que pensar que integrarte a un país es admitir todas sus dificultades. No por ser catalán tienes solucionados los problemas. Además de que creo que también se ha tenido un concepto equivocado de lo que debía ser la integración porque en muchas ocasiones se ha interpretado como absorción, como si se tratara de que al sentirte catalán ya no te pudieras sentir andaluz. A mí lo que me ha interesado siempre es explicar que el emigrante no tenía porqué perder sus orígenes, sus vivencias en el proceso de la integración. Lo que debe hacer es, en el lugar donde esté, no entorpecer la recuperación nacional y cultural, en este caso, de Cataluña.
P.: —En un artículo firmado por usted aparecido en el semanario “El Món” aseguraba que “Fins que no s’anunciin pantalons per a inmigrants a la tele voldrá dir que Catalunya no está dividida”. Sin embargo, últimamente algunos medios de comunicación están haciendo espots publicitarios en los que venden los productos con el reclamo de que son de tal o cual región, de que son de la tierra de origen...
R.: —Bueno, esto es cierto, y existen medios que utilizan estos “ganchos” publicitarios. Pero también, a la vez, dan clases de catalán. Yo creo que esto hay que atribuirlo más a la picardía de un buen negociante que a la existencia de una voluntad de división en la sociedad catalana.
P.: —Pero ¿esto no es también un signo de que de alguna manera se están trivializando un poco, desde todas partes, los signos de la identidad?
R.: —Pienso que esto que dices de la trivialización es algo muy complicado. Mira, si ahora nos oyeran estos jóvenes a los que yo llamé els catalans (prefiero no utilizar esta palabra) estoy seguro que dirían: Pero ¿qué les pasa a estos dos? La vida es mucho más sencilla que todo esto, lo importante es saber si hay trabajo o no hay trabajo, si los estudios que hacen los jóvenes sirven para algo o no sirven para nada, si la Generalitat de Cataluña da trabajo o no da trabajo. Esto es lo que realmente importa. Lo demás sí que es trivial.
Francesc Candel, que ya está trabajando en otros libros en los que según el escritor “siempre sale lo subjetivo, lo personal, lo que uno piensa o cree por encima de lo objetivo”, asegura que este nuevo libro “mantiene el espíritu de los dos libros anteriores, el de integrar, el de evitar una ruptura entre las das comunidades. Intento —explica el escritor— hacer una reflexión sobre el emigrante y también sobre el catalán, qué debe entender que hay gente que nunca aprenderá el catalán porque, bueno, es imposible”.

2) Candel presenta hoy “Els altres catalans vint anys després”

Victor M. Amela, La Vanguardia, 18 de febrero de 1986

Esta tarde, en el saló Sant Jordí del Palau de la Generalitat, Francesc Candel presenta su último libro, “E1s altres catalans vint anys després”, en un acto en el que estará presente el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol.
“Els altres catalans vint anys després” ha surgido tras un encargo del Patronat d’Investigación Social de la Conselleria de Treball de la Generalitat, y viene a ser —en comentario jocoso de Francesc Candel— “una tercera parte” tras “Els altres catalans”(1964) y “Encara més sobre els a1tres catalans” (1973).
Con la publicación de ““Els altres catalans”, Candel efectuaba un ensayo en torno a la inmigración en Cataluña, en un momento en que “no había prácticamente bibliografía sobre el tema; hoy se cuenta por toneladas”. Adelantando que “es faltar a la humildad’, el escritor considera que “Els altres catalans” ha influido notablemente en la visión que ahora se tiene de Calaluña”.
En esta situación, Candel no sabe si su nuevo libro, “Els altres catalans vint anys després”, es ‘un punto final en torno al asunto de la inmigración o un capítulo más, o también podría ser que no vuelva más sobre el tema”. A modo de resumen, Candel explica que la obra ofrece una visión optimista de la realidad catalana en cuanto al problema de la inmigración al poner de manifiesto que Cataluña ha lanzado “un punto de convivencia, con mínimas fricciones, qué ya querrían otros países”.
Candel, continuamente requerido para hablar y escribir en torno a la inmigración en Cataluña, manifiesta que “no he querido ser ni un apóstol, ni un líder ni un representante de la inmigración. Yo no represento a nadie”. Declara rotundamente que “me sigo sintiendo escritor, narrador, por encima de todo, aunque a veces te conviertan en otras cosas”. No en vano asegura que su novela “Hemos sido traicionados” es la obra preferida de toda su producción. Pero Candel se siente satisfecho de que su libro  “EIs altres catalans” sea cita obligada y que la expresión del título haya hecho fortuna: “lo que es seguro es que si hubiese patentado la frase, ahora sería millonario”.

3) Candel

Oriol Pi de Cabañes, La Vanguardia, 19 de febrero de 1986

Francisco Candel es uno de los hombres más estimables de este país. Nació en Casas Altas, en el Rincón de Ademuz, en la parte interior del País Valenciano. Creo que fue Xavier Fábregas, otro infatigable viajero por lo más vivo de nuestra sociedad, quien nos legó en su día un magnífico testimonio literario de aquellos parajes. Tierra de marca como son todas las tierras que en el mundo son contiguas las unas a las otras, influenciables e influenciadas, invadidas periódicamente por modas exógenas, cambiando al albur de los tiempos, renovándose, buscándose, definiéndose por lo que son y por los que creen ser, por lo que querrían. Y sin embargo con sus fidelidades y sus perfiles, con su paisaje, con su vida colectiva humanizando cada horizonte, con su expresión genuina y con su historia.
Casas Altas es hoy para nosotros un pueblo estimable. Como tantos y tantos otros pueblos que han visto nacer a tantos y a tantos, a miles de catalanes de adopción. ¿“De adopción”...? De vocación, de destino, de incorporación reciente, de futuro. Como son estimables los recuerdos familiares de tantos conciudadanos que tienen en su origen un paisaje. La nostalgia de un paisaje es algo sagrado. Impresiona como el semblante de quienes han sido desahuciados de su pueblo porque debe desaparecer bajo las aguas de un pantano. Y sin embargo, cuando al cabo de algunos días y algunas noches, emerge de entre la superficie visible tan sólo la veleta del campanario se sobreponen los proyectos al  pasado. Francisco Candel había escrito algunas novelas cuando pasó a llamarse Francesc en la portada de un libro llamado a convertirse en “best—seller” porque contaba en forma de crónica en qué consistía la realidad de una nueva Cataluña. Lo más inquietante y lo más indecible de nuestra sociedad urbana de posguerra nos era contado tan llanamente, con tanta hu niildad, que podría decirse que “Els altres catalans” fue un título de efectos taumatúrgicos. Desactivó reticencias, limó asperezas, incomprensiones, simplezas. Puso en contacto a Cataluña con la conciencia de su nueva imagen en un momento histórico en que no era tampoco posible clase alguna de ditirambo patriótico en público.
Candel tiene el mérito de haber sabido expresar las inquietudes de miles de catalanes que se incorporaron a la realidad de este país sin saber apenas que a veces con los paisajes cambian los hombres y sus historias, y también sus lenguas. Pero al fin y al cabo “la tierra manda”. Es frase del mismo Candel, quizá remedando aquella antaño conflictiva consigna de “la tierra es de quien la trabaja”. ¿Acaso no expresa, ya desde la Biblia, una verdad universal? De quién va a ser la tierra sino de quien se afana en poseerla, en incorporarla a su ser, en hacérsela suya con un esfuerzo de trabajo y estimación. . .? Claro que una cosa es el registro de la propiedad (diría que todavía hoy por traspasar...) y otra la cultura (entendida como cultivo de la materia, como instrumento de transformación de lo inerme).
Paco Candel supo expresar, en su experiencia de incorporación, a una Cataluña culturalmente distinta, la experiencia generalizable de miles de inmigrados que llegaron a Cataluña desposeídos de su paraíso original, desconcertados de verse metidos de golpe y porrazo en el mundo industrial, hacinados en muchos casos allí “donde la ciudad cambia su nombre”, incomunicados, explotados por unos cuantos, ignorados, quizá temidos. Pero es que Candel, no debemos olvidarlo, era escritor. Tiraba a lírico, había pasadó por la prueba de fuego de la tuberculosis, había sido amamantado en su niñez escolar republicana por las “Lectures d’infants” con ilustraciones de Lola Anglada y por aquella delicada trilogía del gran Artur Martorell sobre “La mar, la plana, la muntanya”, “Les plantes, els animals, els elements” y “Els pobles, les ciutats, els homes...”. Y luego la guerra para todos. Y, en el recuerdo de aquella perdida felicidad, el eco para siempre de sentirse “como al abrigo de una gran falda materna” oyendo la alocución que a través de la radio anunciaba que había amainado el bombardeo... Muy serenamente entonces, una voz femenina exhortaba a la normalidad: “La Generalitat vela por vosotros”... Anormal normalidad.
Pero lo más destacable de Candel es su gran corazón. Admirable hombre bueno que franciscanamente practica en los tiempos que corren su creencia de que “vivir en izquierda es vivir en santidad”... Llegó la normal anormalidad y Candel hizo de monaguillo en la iglesia de la Mare de Déu del Port, junto a las playas de Can Tunis que por tiempos los urbanos llamaron de Casa Antúnez. Instintivamente el escritor se alió bajo la dictadura con los perdedores. Lo más vivo le parecía igualmente prohibido, escribió con deseos de explicarse y de dar a conocer su mundo. Y si venció, en todo caso fue por amor.
Que nos quieran es siempre deseable. Agradecer no es tan frecuente. Por ello es admirable Candel. Por haber escrito con la mayor sencillez lo más obvio. Cosas así: “En realidad, los niños son dúctiles, tienen un gran poder de recepción. A nosotros no nos representaba ningún problema ni ningún trauma aprender una lengua que no era la nuestra. Son los mayores quienes a veces buscan complicaciones que no existen y ponen trabas a una comprensión y a una convivencia que el niño acepta de entrada sin reticencias ni desconfianzas”. Estimable Candel a quien hay que agradecer ahora su “Els altres catalans, vint anys després”, testimonio de futuro.

 

(Continuará...)