Hay una juventud que aguarda (1956)

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  • 1956, José Janés Edit. prólogo de Tomas Salvador, Barcelona, 1956, 307 p
  • 1964, Ediciones Cisne. Barcelona, 284 p
  • 1966, Ediciones GP, Reno, Barcelona, 284 p
  • 1969, Ediciones GP, Barcelona, 284 p
  • 1972, Ediciones GP, Reno, nº 171,Barcelona, 284 p
  • 1974, Ediciones GP, Reno, nº 171, Barcelona, 284 p
  • 1975, Ediciones GP, Reno, n° 171, Barcelona, 284 p
  • 1986, Plaza & Janés, Gran Reno, Barcelona, 284 p

(lista no exhaustiva)

Este relato se estructura en cuatro partes y un epílogo, y cada parte se divide en «fragmentos», algunos de ellos muy cortos, incluso de una sola frase. Otros ocupan algunas páginas y pueden incluso constituir un relato intercalado. En cuanto a la forma, estos fragmentos se parecen a las páginas de un diario. Desde la primera novela publicada, la literatura candeliana sigue las pautas de la experiencia personal, vital, volcada en primera persona con unas fuentes que son de su propio entorno, de ahí el subtítulo: «Raro intento de novelar unos pensamientos y unas conversaciones».
Parte 1: la siesta, después de entregar los ejemplares del libro «Brisa del Cerro», en el otoño de 1952.
Parte 2: los dos meses de espera antes de la decisión del premio Nadal, de noviembre 1952 a enero de 1953.
Parte 3: De la desilución del Nadal a la esperanza de Valladolid, un año de producciones diversas sin éxito (guiones radiofónicos, dos obras de teatro, etc.)
Parte 4: Los premios y algo de trabajo.
Epílogo: 1955. «Este verano pasado, este verano último terminé mi segunda novela grande, el mojón inmediato en la carretera de mi cerebro: Hay una juventud que aguarda». Con ella, como con la otra, fui, he ido a probar suerte, fortuna.»

En esta suerte de diario, en el que el autor vuelca sus «pensamientos» y unas «conversaciones», el narrador no es el autor (en una ocasión nombra a un tal Francisco Candel), ni la primera persona se identifica con él. Y sin embargo los indicios temporales y biográficos son presentes: las obras mencionadas son las de Francisco Candel (Brisa del Cerro, Sala de espera y... la del título de la misma novela en el epílogo). Entre la realidad y la ficción («raro intento de novelar»), el escritor y su narrador se ponen en escena de la manera siguiente: el escritor Francisco Candel presenta el libro Hay una juventud que aguarda al premio Nadal en 1954; el narrador («Yo») cuenta que ya terminó esta novela y que la presentó en un concurso en 1954; el narrador («Yo») cuenta la historia de la escritura de Brisa del Cerro et du su presentación en el Nadal, en los años 1952 y 1953.

Casi veinte años después, Francisco Candel propone estas reflexiones en A cuestas con mis personajes, p. 24-27

Mi novela Hay una juventud que aguarda  está narrada en primera persona. Narrar en primera persona es una técnica harto vieja y conocida en literatura. Además, es muy cómoda. Entre los trucos y originalidades que usé en esa novela, empleé el de no poner nombre al narrador (...) ¿Por qué lo hice ? (...) Yo, simplemente, quería y deseaba que el lector, si era un joven que aguardaba, pudiera identificarse plenamente con el protagonista »

Esta «primera obra» fue publicada en 1956 por José Janés, con una cubierta de Juan Genovés, uno de los «personajes» de la novela. Cuenta Francisco Candel que fue publicada gracias a la ayuda de Sebastián Juan Arbó, miembro del jurado del Nadal y gracias a la intervención de un amigo suyo del barrio, el que llegaría a ser el gran futbolista del Barça, Manchón, quién le recomendó el texto a José Janés.

Bien se ve que el autor, con 27 años cuando se publica su primer libro, tiene muchos proyectos en mente, como él mismo lo escribe en la novela :

Tengo en la mente, en mi cerebro, en potencia, una cantidad de ideas, una cantidad de obras que pienso hacer, expresar, escribir. Está únicamente en embrión, rudimentarias. Yo las veo acurrucadas, abstractas, a lo largo de una carretera que se pierde en mi cerebro, como raros mojones. No las vislumbro desarrolladas, pero ya leo los títulos que ostentan [...] : Barrio de los cuchicheos, los infrahombres, Otro valle que fue verde, Todos rezan, La locura de las damas...

Y efectivemente, no es muy arriesgado reconocer en estos títulos unas de las obras que se publicarían en los años siguientes : Donde la ciudad cambia de nombre, Han matado a un hombre han roto un paisaje, Historia de una parroquia...

Vivir para contarla

Dicen que el escritor va dejando jirones de su vida en la obra; que, a veces, no hace más que novelar su vida. Tal vez sí, y quizás esto haya ocurrido siempre; pero ahora creo que ocurre más que antes. En ocasiones creo que ya ni tan siquiera hacemos novela, sino que únicamente no sinceramos. Y pienso en que no se puede dejar de pensar en que la novela, su objeto, es distraer al lector. Claro que, a lo mejor, a los lectores, les gusta este sincerarse, este decir veracidades, pues, ¿no estamos en el siglo de la verdad?

p. 33

Dibujo de la sobrecubierta por Juan Genovés