Han matado a un hombre, han roto un paisaje (1959)

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  • Han matado a un hombre, han roto un paisaje, José Janés, col. La vida no es sueño, 1959, 306p
  • Han matado a un hombre, han roto un paisaje, Ediciones Cisne, 1963. 338 p.
  • Han matado a un hombre, nan roto un paisaje, Círculo de lectores, 1965, 302 p.
  • Han matado a un hombre, han roto un paisaje, Ediciones G.P., 1967, 337 p.
  • Han matado a un hombre, han roto un paisaje, Ediciones GP, Libros Reno, 209 1972, 350 p.
  • Han matado a un hombre, han roto un paisaje, Ediciones GP, Libros Reno, 209, 1975, 350 p.
  • Han matado a un hombre, han roto un paisaje, Ediciones Plaza y Janés, col. Raíz y Rama, 1ra versión íntegra, 1984, 363 p.
  • Han matado a un hombre, han roto un paisaje, Círculo de lectores, 1988, 412p. (con prólogo de Ignasi Riera)
  • Han matado a un hombre, han roto un paisaje, La Busca edicions, 2002, 327 p.

(Lista no exhaustiva)

18 ediciones en 2003: « Junto a Patatas calientes, Candel acaba de ver publicada la edición número 18 de su novela Han matado un hombre, han roto un paisaje.» Huertas Clavería, Josep M., "Ciudadano Candel", La Vanguardia, p. 5, 1/9/2003.

 

Le christ noir

Cada parte lleva un epígrafe. El último procede del poema «Dios te salve» del poeta argentino Pedro Bonifacio Palacios (1954-1917), Almafuerte (al cual recurre también Francisco Candel en el epígrafe de Crónicas de marginados) : «-Dios te salve... ¡Cristo negro, santo hediondo, Job por dentro, vaso infame del dolor!». Así se explica la elección del título francés de esta novela: le christ noir (traducido por B. Sesé et J. Viet, Albin Michel, 1964).

 

En [esta ficción] he barajado los cuatro sobados y manidos tópicos que se dan en todos los arrabales de todas las grandes ciudades industriales en los cuales la urbe avanza sobre el campo.
F.C., Nota, p. 9 (José Janés, 1959)

 

Esta «nota» inicial recuerda el aviso con que debuta la película mexicana de Buñuel, Los olvidados, en la cual El Jaibo se encuentra tan perdido como El Grúa de Candel. Luis Buñuel avisaba a los espectadores de la siguiente manera: «Las grandes ciudades modernas, Nueva York, París, Londres esconden tras sus magníficos edificios hogares de miseria que albergan niños malnutridos, sin higiene, sin escuela, semillero de futuros delincuentes» (Los olvidados, 1950).

 

Apuntes

Esta tercera novela se estructura en cuatro partes que se dividen en «fragmentos»:
Parte 1: la República (13 fragmentos : 1-13)
Años 30. El Grúa, niño que vive en las «Casas económicas», se pasa el tiempo en la calle y en el campo cercano.
Parte 2: La Guerra (12 fragmentos : 14-32)
Del 19 de julio de 1936 al 26 de enero de 1939. El Grúa participa en la lucha y es testigo de los fusilamientos y desmanes de unos y otros. Los voluntarios van al frente, todos tienen que arreglárselas para sobrevivir, comer. Los bombardeos obligan a los vecinos a refugiarse en las cuevas de la montaña. El 26 de enero, todos se precipitan hacia los trenes de alimentos antes de la llegada de las tropas franquistas.
Parte 3: La Paz (21 fragmentos : 33-53)
Un cura organiza un via crucis expiatorio. El Grúa, el Gafas y Cebollica son testigos de los fusilamientos en la playa. Robo del Grúa en una empresa. Inundaciones y más robos antes de asesinar a dos personas. El Grúa hace la mili en Barcelona. Muere su madre, sola, alcoólica. El Grúa vive un tiempo con Tere y luego con Cirila.
Parte 4: Ahora (14 fragmentos : 54-67)
El Grúa y la Cirila viven en una barraca y encuentra trabajo gracias a un cura. Luego del derribo de la barraca, se instala la pareja en otra barraca antes de refugiarse en una cueva, donde el protagonista muere en la miseria.

 

Opiniones

Prólogo de Ignasi Riera para la primera edición integra publicada en 1988:

En esta novela Candel nos sugiere, desde el título, el sentido elegíaco de esa impresionante obra poética, de eses epitafio que va a relatarnos. El hombre morirá. Y el paisaje recibirá el hachazo de una herida sangrante. Hombre y paisaje serán los protagonistas del relato, alternativamente, capítulo a capítulo. Trágiacamente destinados ambos a la muerte, a la marginación, a la destrucción. A mitad de camino Candel nos sorprende con el canto enamorado a una barraca, a la barraca como símbolo de esa etapa lacerante de la vida del hombre y del paisaje suburbano.

Noticia sobre Francisco Candel, W.G. Weyland, La Nación, Buenos Aires,in ¡Echate un pulso, Hemingway!, Plaza y Janés, 1985

Su visión del mundo es realista, sin veladuras ni concesiones a esquemas teóricos o preestablecidos. En esto se manifiesta discípulo de Pío Baroja, que tampoco aceptaba lo convencional y, con mente lógica e independiente, buscaba sus verdades a través de una valoración objetiva de los elementos de juicio que le realidad le proporcionaba.

El Gafas y el "expresionismo quitaesenciado"

En A cuestas con mis personajes, Francisco Candel admite que él «es» «El Gafas» (Plaza y Janés, 1979, p. 95). El Gafas, personaje de la novela, es todavía un «niño» durante la Guerra civil española, tal como lo era el escritor nacido en 1925: «El Gafas, que había empezado a escribir un diario por primera vez en su vida, anotó lo siguiente : ′’Hoy ha sido el primer bombardeo que ha habido y ha sido por barco.[...]». Aun siendo la única mención de tal diario en toda la novela, es reveladora de la pasión constante de Candel por la escritura de diarios, actividad que llevaría por muchos años. Y como al joven Candel, al Gafas le interesaba mucho el dibujo: «En un bloc trazaba apuntes de todo cuanto le rodeaba,. El Gafas estaba embebido, emocionado con aquellos barrios, con aquellas gentes, con aquellos tipos. (...) Yo no quiero hacer demagogia. A mí, lo que me gusta, es el expresionismo quitaesenciado (...)» (José Janés, 1959, p. 210)

 

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