Crónicas de marginados (1976)

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  • 1976, Editorial Laia, Ediciones de bolsillo n°468  Barcelone, 341 p.

Cuenta con un prólogo de Joan J. Gilabert, profesor de universidad en Ohio en aquel entonces, autor de otros dos textos que sirvieron de prólogo a El Perro que nunca existió... (1973) y a Patatas calientes (2003); el prólogo se titula: "El escritor y elitismo: Francisco Candel cumple cincuenta años".

Este libro es el primero que publica Candel después de la muerte de Franco y lo subraya con la indicación siguiente al final de su prólogo : «Barcelona, 23 de enero de 1976, 1 Año del Intento Democrático». Sin embargo, todos los artículos de esta recopilación fueron publicados antes de la muerte de Franco en el diario El Correo Catalán. En la introducción, Francisco Candel pretende interesarse por lo que le rodea, lo que le queda cercano y rechaza lo folklórico («la cáscara de lo folklórico, lo colorista y lo pintoresco»).

De todos modos, yo puedo dar fe, en este análisis de lo que ha supuesto para mí la crónica de la marginación, en este buscarle ya tres pies al gato de la marginación, que aparte de los que elementalmente marginamos, de los que se automarginan y de los que se sienten marginados, nos hemos encontrado con quienes se han sentido dolidos y se han mostrado quejosos por no haber sido incluidos en esta especie de lista que han sido mis « Crónicas de Marginados ». (...) Con ello, uno diría que se ha producido algo así como la regeneración del término, como el desprendimiento de lo que de vergonzoso y vergonzante entrañaba. Vale la pena alegrarse de ello. Romper con el disimulo y saber decir: aquí estoy, con mi cruz y mi vergüenza, una vergüenza que no es mía, sino tuya, encarnando con ello la acusación, es muy saludable para la sociedad, para esa sociedad que necesita de esa salud a fin de no crear, pudrir y embalsamar esos clubs de marginados que por doquier, lector, encontrarás, encontraremos.(p.25)


En estas «crónicas », el escritor se refiere a su tarea de « cronista», «periodista» o «reportero», en artículos que él califica simplemente de «papeles» (p. 281) : «que mal periodista soy. Ahora que paso a limpio estas notas, observo (...)» (p. 40); «mi labor de reportero» (p. 339). Esta labor exige de él una observación directa y un contacto con los protagonistas:

Los vecinos del grupo de viviendas en las estribaciones de La Mina volvieron a llamarme. Siguen creyendo en la letra impresa. (...) Por teléfono no entiendo el asunto. Me pasa lo de siempre: tengo que ver, tocar, palpar, empaparme (p.337)

Francisco Candel escribe en primera persona, se implica personalmente en la narración y revela sus reflexiones y dudas; en esto sigue las líneas de lo que se llamó el «nuevo periodismo» en los años sesenta y que Manuel  Vázquez Montalbán resume de la manera siguiente :«suministrar información, opinión y subjetividad».

 

(Continuará...)